Columna de opinión por Javier de León.
Fin. Punto Final. Se terminó la Copa América en Estados Unidos, con Argentina campeón, Uruguay tercero y caos en el último partido. Con muy buenas concurrencias, el público latino exultante, y la gran colonia uruguaya que vive en el Norte disfrutando a pleno tener a la celeste en su tierra.
A modo de resumen.
Punteo rápido:
• Uruguay tercero. No era lo que anhelábamos. Fuimos por el título, pero a la hora del balance haber terminado en el podio elimina la palabra fracaso. La selección jugó de más a menos, cuándo para ser campeón hay que rendir exactamente al revés, creciendo hacia el final. El ritmo que impuso Bielsa, con presión, protagonismo, y gol, nos ilusionó al inicio, pero no se pudo sostener al final. El equipo marcó nuevos goles en los tres juegos iniciales, pero a la hora decisiva, ante Brasil y Colombia, sumó 180 minutos sin poder destapar la lata.
• Tenemos una generación de futbolistas 7 y 8 puntos, pero para ser campeón precisamos rendimientos de 9 puntos. Tampoco es cuestión de prender la hoguera, incinerarlos en la comparación con la generación anterior, la de Sudáfrica 2010, porque entonces rendirán 5 o 6 puntos. Y así, en lugar de semifinalistas, no pasaremos de primera fase o acaso cuartos de final. La esperanza es que se juegue el Mundial 2026 a un nivel superior. ¡Que Darwin moje en el tramo final, que podamos decir “hoy ganamos por Valverde!”, que Ronald Araujo pueda cerrar el torneo sin lesiones, que Rochet no se muestre inseguro en el partido clave de semis, que Nandez cuide sus excesos para no sufrir una expulsión que dejó al equipo con diez ante Brasil y a él, fuera del partido ante Colombia. En fin, sin hogueras, está claro que no llegamos a un nivel de campeones.
• Argentina fue un justo campeón, aunque suene políticamente incorrecto para el oído de los uruguayos. Le dieron una mano con el calendario, es cierto, para allanarle el camino hacia la final. Pero también es real que ganó lo que debió ganar, creció a medida que el torneo avanzó, jugó su mejor partido en la final, y, por último, tuvo el cuero duro para sobreponerse al impacto futbolístico y emocional de quedarse sin Messi en pleno encuentro decisivo por la lesión de este.
• Estados Unidos tiene estadios magníficos y poderío económico para poder organizar una Copa América. Pero los futbolistas y la afición es patrimonio de los sudamericanos. Si ellos quieren ser los organizadores, no pueden dejar de lado considerar la idiosincrasia del público que llenará sus Estadios. Y lo hicieron. Una mezcla de soberbia, testarudez, ignorancia y burrez, en materia de seguridad.
• El organizador cometió errores básicos, que desembocaron el caos de lo previo a la final, con el público sin poder ingresar porque los portones estuvieron cerrados durante dos horas y media, con la gente al rayo del sol, 30 y pico de grados, y varios desmayados o con ataque de pánico. Debieron prever anillos perimetrales de control de las entradas, para frenar a los “sin tickets” a 200 metros del escenario, y no casi en las puertas. Luego, cuando aparecieron las primeras avalanchas, las autoridades del Hard Rock Stadium de Miami y la policía norteamericana, al fallarle su Protocolo de Actuación, no supusieron que hacer. Quedaron inmovilizados. Y Así estuvieron durante más de dos horas, hasta que optaron por la solución insólita: abrieron las puertas para que ingresara todo el mundo, con ticket y sin ticket, sin controlar bolsos, mochilas, bombas o lo que fuera. Felizmente no pasó nada, y al final, de la final, sólo hablamos de lo que ocurrió en el campo de juego.
• Ratificamos lo que significa el fútbol para los uruguayos, y más aún, lo que representa para aquellos que debieron irse lejos a vivir. En Estados Unidos los uruguayos ( y los hijos de los uruguayos, y los nietos de los uruguayos) fueron un manto protector y de cariño permanente para la selección uruguaya. Transmitieron sentimiento en Miami, en New Jersey, en Kansas, en Las Vegas, en Charlotte. A lo largo y ancho de Estados Unidos. Nada representa mejor el sentimiento de patria para los uruguayos que el fútbol. Como nos dijo un compatriota, casi entre lágrimas, “tener a la selección jugando acá, es como volver a vivir por un ratito en el paisito”.